Para Mamá.
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Había una vez una madre que cuidaba amorosamente a sus hijos día tras día. Se desvelaba por las noches, limpiaba sus lágrimas y los abrazaba con ternura en cada caída. Su amor incondicional era el motor que impulsaba su vida.
Un día, uno de sus hijos le preguntó: “Mamá, ¿cómo haces para querernos tanto?“. La madre, con una sonrisa en el rostro, respondió: “Mi amor por ustedes es como una llama que arde constantemente en mi corazón. Es un amor que no conoce límites ni condiciones”.
El hijo, asombrado, preguntó: “¿Y qué pasa si te equivocas o cometemos errores?“. La madre acarició su rostro y dijo: “Querido, los errores y las imperfecciones no disminuyen mi amor por ti. Mi amor es más grande que cualquier error, porque mi amor es incondicional”.
Esta historia nos invita a reflexionar sobre el amor y sacrificio de las madres. Es un recordatorio de que el amor de una madre es un regalo invaluable, capaz de perdonar, sanar y perseverar a pesar de las dificultades.
A través de su dedicación y entrega, las madres nos enseñan la importancia de amar sin condiciones, de aceptar a nuestros seres queridos tal como son y de estar presentes en cada etapa de la vida.
Así como esa madre incondicional, recordemos apreciar y valorar el amor y sacrificio de nuestras madres. Agradezcamos por su amor constante y recordemos que su amor es un refugio seguro en el que siempre podemos encontrar consuelo y apoyo.
Celebremos a las madres, no solo en un día específico, sino todos los días, reconociendo su amor infinito y dedicándoles nuestro amor y gratitud sincera.